lunes, 18 de octubre de 2010

El verdadero valor de los libros

Vuelvo a estar en Barcelona un par de días por motivos laborales.

Ahora que estoy en mi antigua habitación, me he puesto a pensar en los libros que se amontonan en la estantería y he llegado a esta conclusión: es estúpido conservar la mayor parte de los libros, si casi con total seguridad no volveremos a leerlos.

Esto me ha hecho pensar en el verdadero valor de los libros. El valor de un libro, de una novela, un cuento o cualquier otra forma de literatura reside en el contenido, no en el soporte. Lo que importa es el recuerdo que nos queda después de leerlo y que perdurará en nuestras mentes a lo largo del tiempo. Por esta razón hay novelas que recordamos al cabo de muchos años de haberlas leído y otras que olvidamos a los dos meses.

Por otro lado, cualquier aficionado a la lectura que tenga libros en casa des de hace años, estará de acuerdo conmigo en qué las páginas de cualquier libro, queramos o no, se vuelven amarillentas con el paso del tiempo. No es el papel impreso un material que se conserve en buenas condiciones toda la vida, aunque a algunos les parecerá romántico el aspecto de un libro viejo.

La realidad es que para ponerse a leer cómodamente no hay nada como un libro nuevo, con las páginas blancas, la tinta clara y el olor a pegamento y a página recién imprimida, una sensación parecida a la que produce el pan recién sacado del horno. Lo único que se le acerca, quizá, es leer un libro en un buen lector de ebooks, como el Kindle o el Reader de Sony, aunque esto es ya una apreciación personal.

Sin embargo, hay que decir para ser justos que del mismo modo que yo soy un amante de lo nuevo, hay gente que es amante de lo viejo. Entiendo que para estas personas no hay nada como un libro viejo, usado, leído miles de veces, pasado de mano en mano. No comparto este romanticismo pero me parece bien.

A todo esto, me estoy planteando vender o regalar buena parte de mi colección. Alguien puede dar a estos libros un mejor uso del que yo les estoy dando. Sé que haciendo esto nunca llegaré a tener una gran colección de libros como tienen otras personas, pero tampoco me interesa, porque no tengo tiempo ni espacio y por todo lo antes mencionado. Pero sí me interesa conservar algunos libros, los que más buen recuerdo me dejaron, aquellos que producen una bonita sensación de nostalgia. Los que seguramente, algún día, querré volver a leer.

El caso es que he descubierto algo que tiene mucho más valor que una estantería repleta de libros. Son las redes sociales de lectura, como Goodreads o aNobii, que permiten mantener una lista de todos los libros leídos y comentarlos con otras personas, así como almacenar nuestras propias opiniones y valoraciones sobre los libros. En definitiva, permiten almacenar lo más importante de un libro, el recuerdo, lo que pensamos de él, las sensaciones que nos produce durante la lectura y la opinión que nos deja al finalizarlos.

Rompo una lanza en favor de las nueva tecnologías, las redes sociales y los ebooks, que permiten almacenar lo más importante, el pensamiento. Os dejo con esta reflexión, probablemente no compartida por muchos amantes del libro viejo.